En el último post habíamos concluido el repaso a las exploraciones realizadas en 2022, y en este iniciamos la crónica de las correspondientes a 2023 relatando lo hecho el pasado invierno en La Llera, que en comparación con otros años no ha sido mucho. Sin más preámbulos, vamos a ello.
22 de enero:
Después de algunas salidas navideñas de carácter más deportivo, este día regresamos a nuestra habitual zona de exploración, juntándonos un grupo más numeroso de lo habitual: Clara, Julio, Nidia, Álvaro, Chus (para quien era la primera salida con esta tribu friki del Escar), y quien escribe este post, Pablo. El plan era ir de tranquis y realizar la travesía de la LL-11 a Ḥoulagua, que varios aun no la habían hecho, recorriendo algunas otras galerías y aprovechando para mirar alguna incógnita pendiente en la zona bautizada Carreteras secundarias. No recuerdo bien si por algún problema técnico, o simplemente por tomarnos el día libre de trabajo, ni llevamos el equipo de topo. Quedamos tarde, según el habitual horario Escar, y en la cueva nos lo tomamos con calma. No obstante, sí que se miraron las incógnitas pendientes, ninguna de las cuales ofreció demasiada continuidad, y se aprovechó para tirar fotos por aquí y por allá; las que siguen son de Álvaro.
5 de febrero:
Regresamos a la LL-11 Adaya, Diego, Clara, Álvaro y Pablo, esta vez sí, con ánimo de sacar algo de trabajo adelante. Dos eran los objetivos. En primer lugar nos dedicamos a topografiar los ramales pendientes en Carreteras secundarias, que habíamos explorado en la última salida. Y después de ello nos desplazamos hasta la galería del río más allá del Segundo Balcón, donde teníamos intención de revisar el laberinto sobre el sifón temporal (antaño "sifón final"), buscando un by-pass seco hacia las galerías post-sifón. La búsqueda fue tan detallada como infructuosa, y sin encontrar nada nuevo, pero embarrados hasta las orejas, salimos de allí y nos acercamos hasta el sifón ("temporal-terminal"), que en esta ocasión no era tal y canalizaba una intensa corriente de aire. Cubiertos los objetivos previstos, y también en esta ocasión con un buen reportaje fotográfico de Álvaro, emprendimos el regreso.
Ya en el exterior nos acercamos otra vez hasta la cercana boca de la LL-03, que aun tenemos pendiente de revisar.
18 de febrero:
Tras comprobar en la última salida que el bajo nivel del Calabres permitía atravesar el "sifón" final, habíamos planeado para este día una actividad ambiciosa: ir hasta la punta de exploración en el sistema, pertrechados con neoprenos y material "acuático", y además llevar equipo para abordar algunas escaladas con buena pinta en las galerías finales. Habíamos quedado un grupo majo, ya que se preveía una jupa de carretar cosas por el río, pero hubo varias bajas de última hora y en Barru sólo nos juntaríamos Clara, Diego y Pablo. Barajamos opciones y optamos por cambiar de planes, dejar los neoprenos en el coche, e ir a revisar la LL-03. Esta torca había sido explorada por la S.E. Hades en 1987, y revisada años después por el CADE, pero los del Escar, aunque conocíamos su ubicación, aún no la habíamos descendido.
Se trata de un pozo de 20 m con una pequeña repisa inclinada intermedia, que equipamos con pasamanos y cabecera a árboles, y tres fraccionamientos a lo largo del descenso. En la base nos encontramos con una sala de cierto volumen, que desciende inicialmente para después ascender y transformarse en una galería de dimensiones más modestas, con una amplia colada que cae por nuestra derecha, y bloques por la parte baja, a la izquierda. Progresando por el tramo con bloques llegamos a un pocete destrepable, y bajo él nos topamos una gatera impenetrable con cierta corriente de aire. No llevábamos material adecuado para la tarea, pero la desobstrucción parece sencilla. Salimos topografiando y dejamos la torca instalada, con intención de regresar pronto a completar la faena.
La buena acción del día fue sacar una cría de lagarto del fondo de la torca.
3 de marzo:
Regresamos a la torca LL-03 los mismos de la vez anterior, Clara, Diego y Pablo, acompañados en esta ocasión por Marta, que se reincorporaba a la actividad después de algún tiempo sin pisar La Llera. Bajamos el pozo y gestionamos la estrechez sopladora bastante rápido, ya que mayormente se trataba de mover arena. Quien escribe consiguió pasar, y nasti de plasti: un hueco de unos tres o cuatro metros, y en el otro extremo un montón de piedras y bloques (por entre los que se cuela algo de aire) que tenían aspecto de desmoronarse con tocarlos. Como tenía intención de salir de allí, no los toqué. Clara también se animó a pasar la estrechez y echar una ojeada; Diego y Marta ni lo intentaron. No había nada más que rascar en la torca, así que emprendimos la salida desequipando.
Se hace necesario anotar que si en la anterior jornada alguno de los integrantes del grupo había tenido problemas en la progresión por cuerda, en esta ocasión el ascenso se alargó de forma desproporcionada y hubo quien sudó la gota gorda. Piadosamente, diremos el pecado y no el pecador, pero se impone un cursillito o unas prácticas de progresión.
Mencionar también que si en la anterior ocasión habíamos sacado de la torca a un lagarto, esta vez le tocó el turno a un aragüezu (o esculibierzu, o alangüetu, o como quiera que lo llaméis en to pueblu; Anguis fragilis, lo bautizó Lineo). Vamos camino de especializarnos en rescate de reptiles.
La topografía de la LL-03 arroja 70 m de desarrollo y -24 de profundidad, sin aportar nada nuevo respecto a la topo de 1987, a no ser el pequeño hueco tras la gatera ventilada. A pesar de la cercanía con galerías del sistema, especialmente la galería Zombie, situada unos metros por encima, no parece que haya posibilidades de conexión. El dibujo de la torca que ofrecemos ha sido realizado por Clara, que anda iniciándose, y con buen desempeño, en estas lides de la topografía subterránea.
No mucho después, el 1 de abril, realizaríamos el cursillito de progresión al que me refería antes. Con escasa participación, todo sea dicho. Para ello nos fuimos a la Cueva'l Mazu, en cuya galerías fósiles tenemos equipado un lugar al efecto.
Además de practicar diversas maniobras, la salida nos sirvió para comprobar que nos han robado la cuerda y toda la instalación del pozo de acceso a las galerías activas inferiores. Otro robo más. Por estas, y por otras cuestiones relacionadas con la conservación de las cavidades, nos estamos planteando dejar de publicar. Y no es la primera vez que el debate al respecto surge en el seno del club. Veremos.
En todo caso, y sólo para los espeleólogos de bien: ¡Saludos soterraños!
(para los ladrones, al contrario, muy diversas maldiciones del inframundo)
Las fotos que ilustran esta entrada son de Álvaro, Clara y Pablo.
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