viernes, 1 de septiembre de 2023

Invernera bajo tierra

¡Aḥayádevos, cueveros!

En el último post habíamos concluido el repaso a las exploraciones realizadas en 2022, y en este iniciamos la crónica de las correspondientes a 2023 relatando lo hecho el pasado invierno en La Llera, que en comparación con otros años no ha sido mucho. Sin más preámbulos, vamos a ello.


22 de enero:
Después de algunas salidas navideñas de carácter más deportivo, este día regresamos a nuestra habitual zona de exploración, juntándonos un grupo más numeroso de lo habitual: Clara, Julio, Nidia, Álvaro, Chus (para quien era la primera salida con esta tribu friki del Escar), y quien escribe este post, Pablo. El plan era ir de tranquis y realizar la travesía de la LL-11 a Ḥoulagua, que varios aun no la habían hecho, recorriendo algunas otras galerías y aprovechando para mirar alguna incógnita pendiente en la zona bautizada Carreteras secundarias. No recuerdo bien si por algún problema técnico, o simplemente por tomarnos el día libre de trabajo, ni llevamos el equipo de topo. Quedamos tarde, según el habitual horario Escar, y en la cueva nos lo tomamos con calma. No obstante, sí que se miraron las incógnitas pendientes, ninguna de las cuales ofreció demasiada continuidad, y se aprovechó para tirar fotos por aquí y por allá; las que siguen son de Álvaro.








5 de febrero:
Regresamos a la LL-11 Adaya, Diego, Clara, Álvaro y Pablo, esta vez sí, con ánimo de sacar algo de trabajo adelante. Dos eran los objetivos. En primer lugar nos dedicamos a topografiar los ramales pendientes en Carreteras secundarias, que habíamos explorado en la última salida. Y después de ello nos desplazamos hasta la galería del río más allá del Segundo Balcón, donde teníamos intención de revisar el laberinto sobre el sifón temporal (antaño "sifón final"), buscando un by-pass seco hacia las galerías post-sifón. La búsqueda fue tan detallada como infructuosa, y sin encontrar nada nuevo, pero embarrados hasta las orejas, salimos de allí y nos acercamos hasta el sifón ("temporal-terminal"), que en esta ocasión no era tal y canalizaba una intensa corriente de aire. Cubiertos los objetivos previstos, y también en esta ocasión con un buen reportaje fotográfico de Álvaro, emprendimos el regreso. 
Ya en el exterior nos acercamos otra vez hasta la cercana boca de la LL-03, que aun tenemos pendiente de revisar.








18 de febrero:
Tras comprobar en la última salida que el bajo nivel del Calabres permitía atravesar el "sifón" final, habíamos planeado para este día una actividad ambiciosa: ir hasta la punta de exploración en el sistema, pertrechados con neoprenos y material "acuático", y además llevar equipo para abordar algunas escaladas con buena pinta en las galerías finales. Habíamos quedado un grupo majo, ya que se preveía una jupa de carretar cosas por el río, pero hubo varias bajas de última hora y en Barru sólo nos juntaríamos Clara, Diego y Pablo. Barajamos opciones y optamos por cambiar de planes, dejar los neoprenos en el coche, e ir a revisar la LL-03. Esta torca había sido explorada por la S.E. Hades en 1987, y revisada años después por el CADE, pero los del Escar, aunque conocíamos su ubicación, aún no la habíamos descendido. 
Se trata de un pozo de 20 m con una pequeña repisa inclinada intermedia, que equipamos con pasamanos y cabecera a árboles, y tres fraccionamientos a lo largo del descenso. En la base nos encontramos con una sala de cierto volumen, que desciende inicialmente para después ascender y transformarse en una galería de dimensiones más modestas, con una amplia colada que cae por nuestra derecha, y bloques por la parte baja, a la izquierda. Progresando por el tramo con bloques llegamos a un pocete destrepable, y bajo él nos topamos una gatera impenetrable con cierta corriente de aire. No llevábamos material adecuado para la tarea, pero la desobstrucción parece sencilla. Salimos topografiando y dejamos la torca instalada, con intención de regresar pronto a completar la faena.
La buena acción del día fue sacar una cría de lagarto del fondo de la torca.





3 de marzo:
Regresamos a la torca LL-03 los mismos de la vez anterior, Clara, Diego y Pablo, acompañados en esta ocasión por Marta, que se reincorporaba a la actividad después de algún tiempo sin pisar La Llera. Bajamos el pozo y gestionamos la estrechez sopladora bastante rápido, ya que mayormente se trataba de mover arena. Quien escribe consiguió pasar, y nasti de plasti: un hueco de unos tres o cuatro metros, y en el otro extremo un montón de piedras y bloques (por entre los que se cuela algo de aire) que tenían aspecto de desmoronarse con tocarlos. Como tenía intención de salir de allí, no los toqué. Clara también se animó a pasar la estrechez y echar una ojeada; Diego y Marta ni lo intentaron. No había nada más que rascar en la torca, así que emprendimos la salida desequipando. 
Se hace necesario anotar que si en la anterior jornada alguno de los integrantes del grupo había tenido problemas en la progresión por cuerda, en esta ocasión el ascenso se alargó de forma desproporcionada y hubo quien sudó la gota gorda. Piadosamente, diremos el pecado y no el pecador, pero se impone un cursillito o unas prácticas de progresión.
Mencionar también que si en la anterior ocasión habíamos sacado de la torca a un lagarto, esta vez le tocó el turno a un aragüezu (o esculibierzu, o alangüetu, o como quiera que lo llaméis en to pueblu; Anguis fragilis, lo bautizó Lineo). Vamos camino de especializarnos en rescate de reptiles.




La topografía de la LL-03 arroja 70 m de desarrollo y -24 de profundidad, sin aportar nada nuevo respecto a la topo de 1987, a no ser el pequeño hueco tras la gatera ventilada. A pesar de la cercanía con galerías del sistema, especialmente la galería Zombie, situada unos metros por encima, no parece que haya posibilidades de conexión. El dibujo de la torca que ofrecemos ha sido realizado por Clara, que anda iniciándose, y con buen desempeño, en estas lides de la topografía subterránea.


No mucho después, el 1 de abril, realizaríamos el cursillito de progresión al que me refería antes. Con escasa participación, todo sea dicho. Para ello nos fuimos a la Cueva'l Mazu, en cuya galerías fósiles tenemos equipado un lugar al efecto. 



Además de practicar diversas maniobras, la salida nos sirvió para comprobar que nos han robado la cuerda y toda la instalación del pozo de acceso a las galerías activas inferiores. Otro robo más. Por estas, y por otras cuestiones relacionadas con la conservación de las cavidades, nos estamos planteando dejar de publicar. Y no es la primera vez que el debate al respecto surge en el seno del club. Veremos.

En todo caso, y sólo para los espeleólogos de bien: ¡Saludos soterraños!
(para los ladrones, al contrario, muy diversas maldiciones del inframundo)

Las fotos que ilustran esta entrada son de Álvaro, Clara y Pablo.

domingo, 6 de agosto de 2023

Otoño espeleológico

¡Aḥayádevos, cueveros!

Lo prometido es deuda, así que proseguimos con la crónica de las exploraciones realizadas en 2022. Si en la anterior entrada narrábamos las actividades del verano, hoy toca turno a las desarrolladas en el otoño. Como de costumbre sólo nos referiremos a las salidas de exploración y topografía en nuestras zonas de trabajo, sin entrar a comentar otras salidas de espeleo de tipo deportivo o formativo (que también las ha habido).



27 de septiembre:
Clara y Pablo regresamos a La Llera en una salida en horario vespertino y de menor duración de lo habitual, lo que nos decidió a encaminarnos a la Cueva la Boriza —que habíamos localizado y explorado someramente con Carmen unas semanas atrás— y emprender su topografía. Teníamos algunas referencias de la cueva, y sabíamos que en la anterior visita no habíamos dado con el paso que debía comunicar con las otras bocas con que cuenta esta modesta red. Esta vez, con más calma que en la anterior ocasión, fuimos revisando los distintos vericuetos de la cueva mientras avanzábamos con la topografía.
La cueva cuenta con una galería de entrada amplia, con viejas formaciones y varios ramales, a cuyo fondo un resalte ascendente y un paso estrecho enmarcado entre concreciones da lugar a un cruce de galerías. Desde aquí un ramal regresa a la galería de entrada, y otros dos, mediante sendas estrecheces, acaban conduciendo a una sala amplia con algunos bloques. Esta sala asciende hacia el sureste hasta alcanzar el exterior mediante dos pequeñas bocas, y presenta además una chimenea en su centro que también comunica con el exterior. Hacia el oeste progresa estrechándose, hasta convertirse en gatera, y tras un corto trecho conduce igualmente al exterior a través de otra boca.
Habiendo explorado la cueva por completo, y habiéndola topografiado en su mayor parte (255 m de desarrollo), emprendimos el regreso. Como ya presentíamos tras la primera visita, parece que esta cavidad fósil no tiene relación con la Galería Pilar de la Cueva de Ḥoulagua.




12 de octubre:
Una vez más, Clara y Pablo regresamos a La Llera; en esta ocasión al Sistema Ḥoulagua-Matas-Molín. Entramos por Torca las Matas y nos fuimos a la zona de la Buhardilla, con intención de topografiar lo que quedaba por aquel sector y recuperar una cuerda que teníamos allí y que pretendíamos llevarnos para ir a revisar la Barbería en busca de un paso hacia las galerías post-sifón. Pero al final en la Buhardilla quedaba pendiente más de lo que pensábamos, y finalmente no llegamos a la Barbería; los planes están para cambiarlos, ¿o no?
En cualquier caso, se concluyó la topo de todo aquel sector (dejando sólo pendiente alguna posible desobstrucción) así como de los ramales que quedaban en la zona previa a la chimenea por la que se accede la Buhardilla, donde aún manteníamos varias incógnitas. Sin duda, el sector norte de Torca las Matas ha resultado ser una de las zonas más complejas y enrevesadas de toda esta red. Concluimos el día con poco más de un centenar de metros de topo, bien arrastrados. Y con ellos, ahora sí, hemos superado los 6 km de desarrollo en el Sistema Ḥoulagua-Matas-Molín, que queda en 6101 m. Recuperamos, además, buena parte del material con el que teníamos equipada aquella parte de la cueva.


1 de noviembre:
De nuevo a La Llera, en esta ocasión Carmen y Pablo. Dado que el disto se niega a funcionar como es debido, decidimos abordar la revisión de una cavidad que aún no habíamos visitado y a la que un servidor tenía muchas ganas: la Torca LL-15. Íbamos bastante cortos de material, aunque dadas las características de las cavidades de La Llera tampoco nos preocupó demasiado (lo que fue un error, como se verá).
Instalamos el pozo de entrada, de 9 m, y nos llevamos la primera sorpresa: el cadáver de una cabra en descomposición. Fedía bastante, pero aún así decidimos continuar. En el fondo del pozo, un estrecho ojal nos lleva a una segunda vertical, más estrecha y menos profunda que la primera. Abajo una galería de escaso desarrollo. Volvemos al segundo pozo y ganamos una ventana a un par de metros sobre el suelo. Un corto pasaje meandriforme y llegamos a un tercer pozo para el que ya no tenemos cuerda. Barajamos las opciones y decidimos regresar a los coches a por más cuerda. Así pues, salimos por encima de la cabra muerta, y un rato después volvimos a cruzar por encima de ella de nuevo en descenso y conteniendo las náuseas. En fin, instalamos la tercera vertical y accedemos a una galería amplia que continúa en diversas direcciones. Primero exploraríamos una galería cómoda, muy concreccionada en su parte final. Desde ella accederíamos por un pasaje lateral a una sala amplia y de techo elevado (12-15 m) de la que a su vez parten numerosas posibles continuaciones. Por la parte alta de esta sala comunicamos con un laberinto de pequeños meandros que parecen situarse muy cerca de la superficie, a juzgar por las corrientes de aire y las raíces.
Resumiendo: estuvimos explorando lo que nos parecieron los ejes principales de la cavidad, dejando pendientes numerosas incógnitas. Una cueva muy compleja y laberíntica, y también muy concreccionada y muy bonita, que intuimos puede ofrecer mucho más de lo que en esta ocasión hemos explorado. Eso sí, tendrá que ser para cuando el cadáver de la cabra —sobre el que tuvimos que cruzar una vez más para salir de la torca— se descomponga por completo. Salimos desinstalando.





12 de noviembre:
En esta ocasión nos juntaríamos Clara y Pablo, con unos planes bastante abiertos. La idea principal era ir hasta la Barbería de Torca las Matas, a revisar una estrechez ventilada en busca de la conexión con la zona post-sifón. Pero de camino a Las Matas pretendíamos parar en la LLR-10 para continuar con los trabajos de desobstrucción en la estrechez sopladora en la que unos meses atrás habíamos estado trabajando Julio, Carmen y Pablo. Decidimos destinar una batería del taladro a la LLR-10, y reservar la otra batería por si la necesitábamos en la estrechez de la Barbería.
Dicho y hecho: en la Cueva LLR-10 estuvimos turnándonos con el martillo hasta que el menda probó a colarse por el agujero descendente, lográndolo no sin esfuerzo y cayendo en un mísero hueco con techo de roca madre y lecho de bloques en el que a duras penas conseguí darme la vuelta. Una grieta descendente me permitió bajar hasta otro mísero hueco con lecho de arena, del que la corriente de aire (intensa en esta ocasión) se escapa por una estrechez entre bloques que parece ofrecer continuidad del otro lado pero que necesitaría desobstrucción. Ya bastante agobiado, me pongo a atravesar la primera estrechez, ahora en ascenso, y nanay, que el cuerpo no pasa. Tuvo que pasarme Clara el taladro y darle un buen rato hasta que finalmente logré salir.
Marchamos de allí con una sensación agridulce. La corriente de aire es intensa y no nos encontramos lejos de las galerías post-sifón de Ḥoulagua y el Molín, pero una hipotética desobstrucción sería sin duda laboriosa. Recuerda mucho a lo que hace años nos sucedió con la Cueva l'Arite y el Sistema Pradón-Ḥonfría.


Haciendo elucubraciones nos marchamos para Torca las Matas. Por no cargar peso extra dejamos la batería agotada en la Sala del Polvorín, bajo el pozo de entrada. Nos quitamos también los equipos de vertical, que ya no necesitaríamos hasta llegar a la Barbería, e iniciamos nuestro periplo por la cueva: Galería Oriental, Galería Inferior, Conexión del 97, continuación de la Galería Inferior, y finalmente la Barbería, cuyo acceso equipamos. Ya en la Barbería nos fuimos directamente a la estrechez ventilada, que superamos rápidamente, aunque tan sólo para encontrar otra segunda estrechez en la que también tuvimos que trabajar sin lograr finalizar la labor antes de agotar la batería del taladro. Habrá que regresar, ya que se aprecia continuidad algo más amplia.
Una vez concluida la labor que nos habíamos propuesto, tocaba emprender el regreso. No nos apeteció cruzar otra vez con todos los bártulos las estrecheces de la Conexión del 97, y finalmente decidimos salir por la LL-11, un recorrido bastante más largo pero, también, bastante más cómodo y bonito.
Una hora después estábamos en la calle. Antes de emprender el regreso definitivo, y ya pensando en nuevas exploraciones, decidimos buscar la boca de la cercana Torca LL-03 que localizamos tras un rato de pelearnos con la maleza.





18 de noviembre:
Quien escribe estas líneas se acercó ese día hasta Torca las Matas para recoger la batería del taladro que habíamos dejado allí olvidada. Bajar el pozo de entrada, recuperar la batería, y volver a salir. Plis, plas.

Y con esto concluimos la crónica de las exploraciones desarrolladas en 2022.
A modo de resumen podemos destacar:

- La continuación de los trabajos en el Sistema Ḥoulagua-Las Matas, que finalmente se ha logrado conectar con la Cueva'l Molín, quinta boca de la red, y que alcanza los 6,1 km de desarrollo.

- La consecución de los trabajos en el Sistema Furtivu-Ḥuraquín, que alcanza los 2,3 km de desarrollo topografiado, y cavidad en la que se completó una larga (e infructuosa) desobstrucción.

- Revisión y topografía parcial de la Cueva LL-31, con 240 m de desarrollo, y la Cueva la Boriza, con 255 m de desarrollo.

- Topografía de otras cuevas menores de La Llera, como la Cueva LLR-06 (27 m), la Cueva LL-10 (37 m), y el Torcu LLR-03 (11 m), y revisión de otras cavidades como la Cueva LL-20, la Cueva de Ḥousanchi, o la Torca LL-15. Además se han abordado trabajos de desobstrucción en Cueva Tapada y la Cueva LLR-10.

- Más allá del karst de La Llera, en la zona de exploración de Onís hemos regresado a la Cueva de Pruneda, abordando la única incógnita pendiente. Ahora sí damos los trabajos en esta cueva por concluidos, dejando la topo en 1143 m de desarrollo, y -76 m de profundidad.

En próximas entradas, más.
Las fotos que ilustran este post son de Pablo Solares, Clara Zazo y Carmen Montejo. Los textos, del primero de ellos.

¡Saludos troglobios, troglófilos y trogloxenos!


sábado, 29 de julio de 2023

Memoria "Peñe Villa y Llabres 2020-2021"

¡Aḥayádevos, cuever@s!

Son varias las memorias de exploración que tenemos pendientes de publicar y esto viene motivado, más allá de las demoras habituales, por los varios robos de material que ha sufrido nuestro club en diversas cavidades en exploración. En todo caso ya va siendo hora de sacar a la luz algunas de ellas, y en este post presentamos la correspondiente a los trabajos desarrollados en nuestra zona de la Peñe Villa, Llabres y los Resquilones durante las campañas de 2020 y 2021.


Durante los últimos años el karst de La Llera ha centrado los trabajos de exploración de nuestro club, como bien saben los seguidores de este blog, y estas sierras llaniscas de la Peñe Villa, Llabres y Los Resquilones han dejado de ser el centro de atención prioritario del Escar, aunque no por ello hemos abandonado la exploración en la zona, donde tenemos varias cavidades pendientes de concluir y donde, además, hemos proseguido con las labores de prospección.

Por un lado en esta memoria se detallan algunas salidas a la Cueva'l Mazu, fruto de las cuales la topografía de esta cavidad supera ya los 4 km de desarrollo. Se presenta la topografía actualizada, así como una crónica de las exploraciones en la cavidad a lo largo de los años, artículo publicado en este blog en febrero de 2020.

Por otro lado en estas campañas se han explorado y topografiado algunas pequeñas cavidades en el extremo occidental de la Peñe Villa, la Cueva la Xana, la Cueva'l Güertu la Xana, la Torca Dieguín, y la Cueva sul Llosu la Cueva. De todas ellas se ofrece la reseña y topografía en la presente memoria.

En estas campañas la S.E.B. Escar ha contado con la colaboración de espeleólog@s del Grupo Espeleológico Niphargus (Burgos), Exploraciones Subterráneas Proteus (Cantabria) y el Club Deportivo Terrasub (La Rioja).

Como de costumbre la memoria puede consultarse, imprimirse y descargarse libremente desde Google Drive siguiendo este enlace. También quedará fijada en la columna derecha de este blog.

¡Saludos soterraños!

miércoles, 26 de julio de 2023

De la conexión del Sistema Ḥoulagua-Las Matas con la Cueva'l Molín, y otras exploraciones del pasado verano

¡Aḥayádevos, cueveros!

Hace mucho que no actualizamos el blog, más de medio año, y ya entonces la crónica que narrábamos no era reciente, sino que concluía al final de la primavera de 2022 cuando, en una jornada bastante acuática, alcanzábamos los 5 km de topo en el Sistema Ḥoulagua-Las Matas. No obstante, la actividad en el club no ha cesado, como pudiera deducirse de la ausencia de publicaciones en este blog.

En esta y sucesivas entradas nos proponemos subsanar este silencio y detallar las exploraciones realizadas por el Escar desde el punto donde lo dejamos en esa última entrada. Como de costumbre, sólo reseñaremos las actividades de exploración y topografía, sin hacer referencia a otras salidas de espeleo realizadas con otros objetivos, de tipo formativo o deportivo.
Concretamente en este post nos referiremos a los trabajos desarrollados en el verano de 2022 en el karst de La Llera. Fueron pocas las salidas realizadas en ese tiempo, pero con resultados importantes, por lo que las narraremos con cierto detalle. Vamos a ello.



20 de julio:
Un mes después de la última salida a Ḥoulagua, Clara y Pablo regresamos a la misma cavidad e igualmente pertrechados con neoprenos, sacas de barrancos y bidones estancos (o no tan estancos, como se verá), y con unos objetivos aún más ambiciosos, ya que nos planteábamos atacar el extremo aguas abajo de la cueva. Entramos por la LL-11 como espeleos de secano. Ya que habíamos retirado las cuerdas del Segundo Balcón en salidas previas, pretendíamos bajar al río por el Pasaje Adaya. Así que en el acceso a este pasaje nos pusimos los neoprenos y debatimos cómo abordar la jornada; al final decidimos irnos directos a la punta aguas abajo. Dicho y hecho, todo el río por lo estrecho del Pasaje Adaya y después por la galería amplia del tramo final de río (aprovechamos para cerrar una poligonal que faltaba y mirar alguna incógnita). Hay que mencionar que el nivel del río estaba especialmente bajo; nunca antes lo habíamos visto con tan poco caudal. Tras llegar a los sifones del final de este tramo de río continuamos por el laminador que exploramos el día que hicimos la travesía con Carmen y Gonza. Y por fin llegamos a la punta de topo y al ramal que sólo Julio había mirado. Sacamos los aperos de topo, y manos a la obra.
A través de una estrechez descendente se alcanza una pequeña sala, en cuyo extremo inferior un breve conducto lleva a lo que veníamos considerando el sifón final de la cueva. Confiábamos en que en pleno estiaje el sifón se hubiera convertido en duck, y la intensa corriente de aire pronosticaba que íbamos a tener buena suerte, como en efecto sucedió. Aguas arriba sifonaba de inmediato, pero aguas abajo el conducto, de pequeñas dimensiones, permitía el paso con la cabeza fuera del agua. A los pocos metros el pasaje sifona de nuevo, pero por la izquierda una gatera ascendente permitió, tras retirar rápidamente algunas pellas de arcilla, pasar a una sala relativamente amplia, de techo bajo e inundada en su mayor parte, de cuyo extremo contrario comprobamos que arrancaba una galería, más o menos amplia, por la que circula el Calabres.
Emocionados con el descubrimiento, ya que de esta parte de la cueva no existían referencias previas, continuamos explorando y topografiando río abajo. Al principio la galería presenta algún estrechamiento y alguna badina profunda, también alguna chimenea, y después progresa por un centenar de metros con una configuración homogénea y de dimensiones cómodas. Como curiosidad, cabe mencionar que vimos algunas anguilas en esta galería. La galería finalizó en otra badina profunda, continuando como sifón bajo el nivel de las aguas. 
Por encima de este sifón existe un divertículo en la galería, una especie de terraza ascendente con suelo de colada, que presenta una estrechez en su extremo, a través de la cual apreciamos continuidad. Decidimos dejar aquí los bártulos y continuar con la exploración más ligeros. Superada la estrechez sobre la colada alcanzamos una nueva galería en un sector algo más caótico de la cueva. El río circula en un cauce subexcavado, unos metros por debajo del piso principal de la galería, que pronto se bifurca. Siguiendo a la derecha, siempre por lo más evidente, alcanzamos una amplia galería seca ascendente adornada por algunas columnas de buen fuste y que bautizamos como "el Partenón". Tras un resalte ascendente la galería prosigue y vuelve a descender hasta otra sala amplia, con una rampa de nuevo en ascenso; continuaba pero más estrecho, y había cosas más interesantes, así que lo dejamos aquí. Volvimos atrás y por debajo del resalte mencionado encontramos otro pasaje que conectó con una sala amplia cuyo fondo está ocupado por una laguna profunda. Esta sala también presenta varias posibilidades y revisando el extremo por donde parecía escaparse el caudal del Calabres nos llevamos la gran sorpresa —y la gran alegría— de la jornada: allí estaba anclado un hilo-guía que se hundía en las aguas del sifón aguas abajo, y que no podía ser otro que el hilo-guía del segundo sifón de la Cueva'l Molín, resurgencia final del río Calabres. ¡Habíamos logrado unir Ḥoulagua con la Cueva'l Molín! Fue un momento emocionante, que materializaba los anhelos de las varias generaciones de espeleólogos que exploraron en esta red. De esta sala parte aguas arriba otro conducto inferior activo con varios ramales, que conecta con zonas visitadas previamente. Con la emoción en el cuerpo, y el hambre en los estómagos, regresamos a donde teníamos las sacas.
Ahí fue cuando llegó la mala noticia del día: mi bidón estanco era ahora bidón estanque, y el móvil había muerto (y no resucitó; es por ello que no hay fotos para ilustrar la crónica de esta jornada). Por no extenderme mucho más: después de picar algo topografiamos los ejes principales de lo explorado, antes de emprender el largo regreso. Dejábamos atrás muchos descubrimientos y también muchas nuevas incógnitas para próximas salidas. Tan entusiasmados estábamos que pasamos los datos de topo al ordenador antes de despedirnos. Una jornada de espeleo de las buenas, sin duda. Una conexión buscada largos años y por fin lograda; 340 m de poligonal nueva (más lo previamente topografiado en la Cueva'l Molín) y una quinta boca a la red, el ahora Sistema Ḥoulagua-Matas-Molín.



2 de agosto:
De nuevo, aprovechando que el caudal del río Calabres seguía en mínimos, preparamos toda la logística necesaria para recorrerlo aguas abajo y llegar a la galería y al lago descubierto en la salida anterior donde, como ya comentamos, encontramos el hilo-guía que los buceadores habían dejado en la década de los 90 entrando desde la Cueva'l Molín. Esta vez nos juntaríamos Carmen, Pablo y Clara, y con una cita especial, ya que el plan incluía encontrarnos a eso de las 14:00 h con dos compañeros del G.E. Gorfolí, Teca y Berto, que llegarían buceando procedentes de la Cueva'l Molín.
Los del Escar entramos por la LL-11. Bajo el Segundo Balcón alcanzamos el Calabres, y allí nos pusimos los neoprenos, comimos algo, y optamos por continuar lo más ligero posible, con sólo una saca. Recorrimos esa parte del río aguas abajo sin dificultad y llegamos al punto de encuentro unos minutos antes de que aparecieran los intrépidos buceadores. Como buenos anfitriones les mostramos esa galería y la continuación del río por donde habíamos llegado nosotros. No se animaron a bucear posibles alternativas del río, a pesar de las casi límpidas aguas que corrían entonces.




Después de despedir a los buceadores, los escariegos fuimos a explorar una de tantas incógnitas disponibles. De nuevo, La Llera no nos defraudó. Nos encontramos una larga galería en sentido oeste, es decir, en dirección contraria a la que traíamos, paralela al río pero a un nivel superior. Recorrimos la galería que, en general, asciende suavemente hasta su final más obvio, dejando muchos ramales que atender, algunos descendentes y bastantes chimeneas y ventanas. Topografiamos el eje principal, unos 150 m, e iniciamos el regreso hacia la LL-11, que ya es un recorrido considerable. Coincidíamos en que sería muy deseable poder acceder a esta zona con los monos de secano, pero en este primer vistazo no pudimos descubrir (aún) ni conexión con el río previo al sifón temporal, ni con otra boca que nos condujese al exterior. Como es habitual, explorar una incógnita vuelve a abrirnos otras tantas. ¡Una gozada de día!




12 de agosto:
Diez días después los compañeros del Grupu d'Espeleoloxía Gorfolí regresaron a la Cueva'l Molín para levantar una nueva topografía del tramo entre sifones. Fue precisamente el club Gorfolí quien, en colaboración con el británico Cave Diving Group, había explorado inicialmente la cavidad en 1994.

16 de agosto:
Alentados por los descubrimientos de las últimas jornadas, y aún con un severo estiaje en los ríos de la zona, planeamos una nueva salida a Ḥoulagua. En principio los mismos, Clara, Carmen y Pablo. Aunque Carmen curraba por la mañana, y entraría a cavidad más tarde. Eso complicaba la logística, y aunque había ganas de volver a las galerías finales de la red, decidimos finalmente cambiar de planes y atacar la Galería Pilar, una galería activa que figuraba en las topografías previas de la cavidad (tanto la de los Glayos como la del CADE) pero que los del Escar aún no habíamos visitado. Conocíamos, eso sí, su acceso: un pequeño pocete próximo a la boca de Ḥoulagua. Y sabíamos que contaba con curso activo, así que por si las moscas junto con el equipo de vertical nos echamos los neoprenos a la saca. En un primer "turno" Clara y Pablo instalamos el pozo de acceso (que a la postre se podría haber destrepado, pero quedó mejor así) y realizamos un primer reconocimiento del sector. Tras superar el pocete de acceso, una estrecha gatera descendente y una pequeña sala, se conecta con una modesta galería que progresa tanto al norte como al sur. Al norte está concreccionada y cierra tras unas decenas de metros, trecho que topografiamos. Al sur, tras superar una serie de gateras, se alcanza una galería más amplia por la que circula un río, la Galería Pilar propiamente dicha. Tiene corto recorrido. Aguas abajo concluye en un sifón. Aguas arriba comunica con una sala inundada, en la que el agua mana de otro sifón. Observamos alguna posibilidad de progresión, pero ninguna cómoda: estrecheces con barro, chimeneas... Como habíamos quedado con Carmen, dejamos los bártulos y deshicimos el camino, saliendo por el túnel del Calabres. Una vez reunidos los tres, comimos algo rápido, y volvimos a entrar a la cueva.
En el segundo "turno" topografiamos lo que había quedado pendiente por la mañana, y además se abordaron algunas de las incógnitas. Primeramente unas chimeneas arcillosas sobre el sifón aguas abajo, que no condujeron a ninguna parte. Después Carmen se curró una trepada, también arcillosa, para ganar una ventana sobre el sifón aguas arriba. Ganada la ventana, nos encontramos en una sala superior con un par de gateras sin continuidad, y con un pozo de unos 5 m (lo trepado anteriormente) cuya base inundada supone el otro lado del sifón. No llegamos a bajar el pozo; se hacía tarde, íbamos ya cortos de material y habíamos dejado atrás los neoprenos, que finalmente no habíamos empleado. Pero la sensación era que la cueva continuaba a través de un meandro inundado. Es difícil aseverarlo, pues el meandro daba un quiebro en su inicio, pero habrá que volver a comprobarlo; en cualquier caso este by-pass al sifón a través de la ventana no aparece representado en anteriores topografías, lo cual nos da esperanza de que ofrezca continuidad. Sea como fuere, otra buena jornada de espeleo. Con lo topografiado en estas últimas salidas el Sistema Ḥoulagua-Matas-Molín roza los 6 km de desarrollo.
Mencionaremos de pasada que aunque en descripciones previas se identifica el activo de la Galería Pilar con el río Calabres, diversos indicios nos llevan a pensar que en realidad se trata de un afluente y no del propio Calabres; el tiempo y las nuevas exploraciones lo dirán.




1 de septiembre:
Una vez más nos juntamos Clara, Carmen y Pablo con intención de pegarle otro ataque a La Llera. Carmen también curraba por la mañana, pero esta vez decidimos comenzar la actividad después de comer, empezando los tres juntos, y prolongarla más allá de la hora habitual. El planteamiento inicial era volver a las galerías finales de Ḥoulagua, pues aunque había llovido algo en los últimos días no parecía que se hubiesen incrementado los caudales en los ríos; no queríamos posponerlo, pues una vez que empezasen las lluvias del otoño el paso a esas galerías se sifonaría, seguramente hasta el próximo verano. Sin embargo, a última hora un fallo en la carga del disto, junto a la previsión de precipitaciones, nos decidieron a cambiar de planes, por lo que finalmente realizaríamos una actividad distinta de lo inicialmente planeado.
En primer lugar nos encaminamos a la Cueva de Ḥousanchi, una de las pocas cavidades relevantes de La Llera que aún no conocíamos (aunque teníamos numerosas referencias sobre ella). Revisamos los diferentes pasajes hasta llegar al imponente derrumbe producido durante la excavación del túnel del Calabres. Aunque no llevábamos equipo de vertical, montamos cuerda a un natural y, no sin dificultad, bajamos hasta el techo encofrado del túnel. Revisamos someramente también la LL-51, igualmente conectada con el gran derrumbe. 


Tras esto emprendimos el regreso, y después, a través del túnel nos acercamos a la LL-20, otra de las cuevas relevantes que aún no conocíamos en este sector. La revisamos completamente, encontrando algún pasaje no previamente indicado, y localizamos la estrechez por donde hipotéticamente podría conectarse con Ḥousanchi; no parece una desobstrucción difícil de llevar a cabo.
Tras Ḥousanchi y la LL-20 continuamos por el túnel hasta alcanzar las galerías de Ḥoulagua y salir al exterior por su boca. Como comentamos más arriba, en la última salida habíamos revisado la Galería Pilar, que se dirige al sur, y sabíamos que no lejos al sur existía otra cavidad, la Cueva la Boriza, que no conocíamos y que nos propusimos encontrar. Tras un rato de prospección localizamos la cueva, cuyos ejes principales exploramos someramente. Sabíamos que la cavidad contaba con otras dos bocas de menor tamaño, pero no localizamos el paso de conexión hacia esos otros accesos. En todo caso se trata de una cueva fosilizada y situada en una cota relativamente alta, lo que hace improbable la conexión con la Galería Pilar de Ḥoulagua.
Tras esto emprendimos el regreso definitivo hacia los coches, dando por finalizada una entretenida jornada. Mencionar que el nivel del agua en el sifón inicial de Ḥoulagua estaba especialmente alto; quizás, a pesar de las ganas, fue un acierto no encaminarnos a las galerías acuáticas del final.

Y con esto concluimos la crónica de las salidas de exploración realizadas en el verano de 2022. Pocas, pero fructíferas.
Crónicas y fotos de Pablo Solares y Clara Zazo. El dibujo imaginando posibles, y probables, conexiones es de Clara.
  
En próximas publicaciones, más. Prometido.
¡Saludos soterraños!