por parte, en esta ocasión, de Clara, Carmen y el menda, y con el objetivo de explorar ese pozo-rampa del extremo de la
que había intrigado a Pablo Vera en la última visita a la red. Confiando en que una cuerda mía de 25 m estuviese donde lo primero que instalamos el último día que coincidimos los tres, al final entramos para la cueva sin cuerda, con un par de ovarios. Y bueno, llegamos a recuperar la cuerda, y allí no estaba; ya lo habíamos desequipado el otro día. Valoramos subir a
, que allí debía estar la cuerda de marras, pero nos rompía el plan. Así que tiramos para la
. Y ya del otro lado desequipamos el segundo pozo de la travesía, ya que ahora sabemos que se puede destrepar sin cuerda por la rampa que está un poco más allá, llevándonos esa cuerda con nosotros. Y ya de aquí, al extremo de la
, con intención de mirar las incógnitas del final que eran nuestro objetivo.
Dejamos las sacas, y miramos la penúltima incógnita. Asciende a modo de chimenea, y bingo: arriba sala relativamente amplia, y galería modesta (el Cementerio de Caracoles, la de conchas que hay ahí). Corriente de aire, y pinta de estar a ras de superficie. Exploramos todo, aunque se debería desobstruir alguna estrechez. Como teníamos las sacas abajo, y aquello no era el pozo que comentaba Pablo Vera, decidimos volver a bajar dejando esta parte sin topografiar.
Comimos y miramos después la última incógnita de la galería. Y allí sí era el pozo, más o menos arrampado. No había instalación pero estaba pisado. Baja Carmen equipando la vertical, y Clara y el menda topografiando detrás. Abajo hay galería (en realidad varios niveles paralelos a favor de la misma fractura). No tiene demasiado desarrollo, pero hay algún rincón guapo con gours, hoy con agua. Decidimos bautizar el sector como el Sótano. Explorada y topografiada esta parte, que finalmente no conecta con el río, montamos pasamanos en travesía por la cabecera del pozo-rampa, y en el otro extremo hay otra sala mediana con chimenea y numerosas raíces (la Barbería queda bautizada), y de esta sala parte un pasaje estrecho que termina en un punto ventilado donde habría que romper (bosque de columnitas) para poder pasar. Topografiamos también esta parte, y emprendemos el regreso desinstalando. En la cabecera del segundo pozo de la travesía dejamos la cuerda enmadejada, para próximas salidas. Y nada más, desde allí deshicimos el camino; y tras la gymkana habitual de estrecheces y alguna trepada, a la calle. Jornada buena y prestosa. Hemos explorado dos sectores que no conocíamos, y uno de ello lo hemos topografiado por completo.
Una vez pasados los datos de topo, el desarrollo queda en 4705 m. Por lo que hemos superado -bien que por lo pelos- los "históricos" 4,7 km de las topografías de los años 90. La zona que exploramos hoy se aproxima a las cuevas LLR-06 y LLR-10. En todo caso quedan metros para llegar a un hipotética conexión... corriente de aire hay, eso sí.
2 de mayo:
Salida de Capitán y Pablo Vera, en esta ocasión a la Cueva'l Furtivu. El objetivo era, una vez más continuar con la desobstrucción de la estrechez en el extremo nororiental de esta red. Se logró ampliar el primer estrecho, y derribar el mogote concreccionado que obstruía la segunda estrechez. Aún así no lograron pasar, pero ahora sí que esta hecho casi todo el trabajo. Comentar que en esta ocasión el paso no soplaba nada. Aprovecharon también para recorrer los ejes principales de la cueva, que Capi no conocía, y tirar algunas fotos.
12 de mayo:
Nueva salida a la Cueva'l Furtivu, en esta ocasión por parte de Clara y el menda. Llegamos a la estrechez, que tras romper un poco, ahora sí se pudo superar. Detrás el conducto se vuelve más alto, pero aún más estrecho, y tras un decena de metros la cosa ya no da más de sí; hay una especie de laminador muy estrecho y lleno de pequeñas columnas, por donde entra el aire, pero ya inviable de todo punto. Han sido muchas jornadas de trabajo sólo para esto, pero así es la espeleo. Después estuvimos mirando alguna cosuca por aquí y por allá, y como Clara estrenaba el equipo de vertical también nos subimos a la Galería del Permatrago, por aquello de practicar un poco en cuerda. Ya a la salida miramos una incógnita que nos quedaba en la Galería Superior, un laminador estrecho por el que conseguí avanzar una decena de metros o algo más, pero sin solución de continuidad. Lo malo de la jornada: se averió el disto... veremos si tiene solución. Lo bueno, que ya tenemos la cueva casi finiquitada, sólo nos resta una última incógnita.
20 de mayo:
Ya tocaba cambiar de aires y por una vez abandonamos La Llera y nos fuimos para Onís. A una vieja conocida, la Cueva de Pruneda, y un grupo numeroso: Carmen, Clara, Nidia, Julio y los Pablos. El plan inicial era más bien realizar una mera práctica, de progresión para un@s y de instalación para otr@s. Pero ya que nos juntamos un grupete majo, decidimos abordar también la única incógnita que habíamos dejado en la cueva en 2015: una escalada en la galería inferior para acceder a una ventana tras la que se intuía un meandro ascendente.
Visitamos los ejes principales de la cueva, se practicó instalación y progresión, y abordamos la escalada. Primero un tramo corto hasta una amplia repisa inclinada, y un segundo tramo hasta alcanzar la ventana que daba inicio al meandro. Desde aquí parecía que la chimenea principal progresaba por la izquierda, mientras que el meandro se iba por la derecha, por donde continuamos en ascenso trepando algún resalte hasta alcanzar el techo del conducto. Arriba la continuidad la ofrece una modesta galería de escaso desarrollo. Nos quedaba mirar la que parecía la chimenea principal, y montar un pasamanos por el techo del meando parecía la mejor opción, pero se nos acababa el material y ya se iba haciendo tarde, así que decidimos dejarlo para otra ocasión. Dejamos equipada la escalada, y salimos desinstalando el resto.
26 de mayo:
De nuevo a la Cueva de Pruneda. Reincidimos en esta ocasión Julio, Nidia, Carmen, y quien os escribe esta crónica. El objetivo era obvio: montar el pasamanos por el techo del meandro y ver qué daba aquella chimenea; y topografiar aquello, ahora que el disto había vuelto a la vida. Pues se montó el pasamanos, la chimenea no dio nada (subía arrampada hasta un rellano con concrección y un mísero agujerillo como improbable continuidad), y se topografió aquello, que queda bautizado como Meandru Merucu. Concluida la labor, salimos recuperando todo el material.
Por una vez, y sin que sirva de precedente, los del Escar hemos completado el trabajo en una cavidad de cierta relevancia. Ya era hora de ir cerrando algún frente. La Cueva de Pruneda, cavidad notable en varios aspectos, se queda con 1143 m de desarrollo, y -76 m de profundidad.
29 de mayo:
Pues como tocaba cambiar de aires, en esta ocasión se realizó salida a Los Covazones, en el Sueve, por parte de Capitán y Pablo Vera. Visitarían los ejes principales de la cueva, que Pablo no conocía, yendo hasta la Sala de los Murciélagos, y hasta la Sala de los Sifones. Acometerían además una labor acordada en el club, pero largamente postergada: desequipar los pozos de entrada y recuperar el material que teníamos en esa vía. Una buena jornada en una gran cavidad.
10 de junio:
Pues si alguna de las anteriores salidas se habían dedicado -entre otros menesteres- a las prácticas de vertical, hoy tocaba una clase práctica del noble arte de la topografía subterránea. Y la elegida fue la Cueva LL-31, que parecía afayadiza para la tarea. Para allá -de nuevo en La Llera- nos fuimos Clara y el menda, aunque sería Clara en esta ocasión la responsable de ir anotando, croquizando y disponiendo puntos por la cueva. Revisamos y topografiamos toda la cavidad, dejando sólo pendiente una chimenea que requerirá cuerda. Una cueva interesante, algo más estrecha y laberíntica de lo que servidor recordaba. Tiene pinta de entrar en carga a menudo. 240 m de desarrollo. Pese a la proximidad de las bocas, y como ya sabíamos, no se encamina hacia el Pradón. Habrá que regresar, a ver qué ofrece esa chimenea.
16 de junio:
Salida al Sistema Ḥoulagua por parte de Clara y el menda con intención de desequipar y sacar todo el material posible, pero con planes bastante abiertos. Entramos por la LL-11 y en primer lugar nos fuimos hasta la Madriguera y la escalada a la parte oriental de la Sala Acuario, donde topografiamos lo que faltaba por allí. No recuperamos aquella cuerda, ya que no nos daba para bajar en doble y el descenso por la repisa lateral que realizaron en la anterior ocasión nuestros compañeros no lo vimos claro. Después nos dirigimos hacia el Primer Balcón sobre el Calabres donde, aprovechando el bajo nivel del río, pudimos topografiar un trecho aguas abajo, y otro trecho aguas arriba hasta conectar con otro sector ya conocido y topografiado previamente, cerrando una amplia poligonal. Comimos allí, y después nos dirigimos hacia el Segundo Balcón, con intención de desequipar aquello, labor que completamos. Además, aprovechando nuevamente el bajo nivel del río, pudimos remontar aguas arriba, topografiando, hasta conectar finalmente con un punto ya conocido, cerrando otra amplia poligonal y explorando una zona que no teníamos claro si llegaba a sifonar; lo bautizamos Pasaje Adaia y alguna incógnita quedó por esa parte, pero para ir con neopreno. Y completadas estas labores emprendimos el regreso.
20 de junio:
Reincidimos los mismos, Clara y quien escribe, en la misma cavidad. Pero con otros pertrechos y otra logística, pues por fin íbamos con neopreno para completar la exploración y topografía de algunos tramos de la galería del río. Entramos por el túnel del Calabres, desde El Sumidoriu. Medio kilómetro de túnel hasta lo que era originalmente el sifón inicial de la cueva, debajo de la boca de Ḥoulagua. Nosotr@s tiramos hasta el final del túnel, otros 250 m, donde enlaza con el que era el sifón 2. De aquí aguas abajo no lo teníamos explorado, por ser galería acuática. La primera parte es algo laberíntica. Luego viene una galería ancha y de aguas profundas, con una badina -casi un lago- que deja 40 cm al techo. De esos pasajes que acongojan un poco. Pero nada, a nadar. Después la galería coge más altura, discurriendo a dos niveles, y termina en una amplio sifón (sifón 3) lleno de troncos, balones de fútbol y basuras flotantes varias. Por encima de la poza del sifón arranca una gatera, pero había que hacer acrobacias arcillosas para llegar a ella y quedó sin explorar.
Terminamos el trabajo en este sector, deshicimos el camino/nadada, y por galerías secas nos dirigimos al sifón de la playa de arena que hay debajo de la LL-29. En realidad es el otro lado del sifón 3 que acabábamos de topografiar; sólo hay 5 m de distancia a bucear. Y desde aquí ya cogimos todo el tramo largo de río aguas abajo, topografiando los tramos que faltaban, cerrando algunas amplias poligonales y, después, explorando y topografiando el tramo de río que no conocíamos aguas abajo del Primer Balcón. También aquí hay una badina de agua profunda, pero es más corta y el techo más alto. Al poco se bifurca, por abajo sifona al poco (sifón 4, también con basura asgaya), y por la izquierda en ascenso arranca una galería aérea de cierta amplitud y desarrollo, que finaliza en una laminador estrecho que se vuelve impenetrable.
Terminado el trabajo, con más de 300 m de poligonal tirada, casi toda por el agua, decidimos dejarlo. Salimos a las galerías amplias por el Primer Balcón, donde quitamos los neoprenos y nos vestimos de espeleos de secano. Y ya desde aquí directos a la LL-11, y a recuperar el coche que dejamos en Bricia.
Una vez pasados los datos, el desarrollo queda en 5080 m, siendo la segunda cavidad topografiada por nuestro club que supera los 5 km de desarrollo, que no está mal.
Y en este punto, ya dando inicio al verano, concluyo este largo post.
Todas las fotos que ilustran este artículo son de Pablo Solares, autor del texto, a excepción de la del 23 de marzo, de Gonzalo Sánchez, las del 7 de abril, de Carmen Montejo y Clara Zazo, las del 14 de abril y el 29 de mayo, de Pablo Vera, y las del 2 de mayo, de Sergio Estrada.
¡Saludos soterraños!