¡Ah.ayádevos, cueveros!
El pasado lunes, Julio y el menda realizamos una nueva apertura por tierras de Piloña, un barranco bonito y deportivo en esta ocasión.
El día previo habíamos barajado abordar distintos descensos, bien los Abeyeros, en La Pesanca, o bien alguna de las riegas que bajan del puertu de Arenas, en Cabrales. Sin embargo, cambiamos de planes y nos dirigimos a la cabecera del ríu Color, sobre todo debido a que no nos fue posible quedar hasta el mediodía (aunque al final la actividad elegida resultó bastante larga también). El objetivo era una riega muy encajada y con cascadas que había 'descubierto' casi diez años atrás, cuando preparaba un libro de rutas por Piloña, la Riega l'Infiernu. Desde luego hasta el nombre era sugerente.
Dejamos el coche en la majada de Ogavia, a la que se accede desde el pueblo piloñés de La Matosa, en el mismo lugar que si fuésemos a descender Los Canalizos o la Foz del Ríu Grande.
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El Paradañu desde el camino a Pandacéu. |
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Llegando al Colláu Pandacéu. |
Desde Ogavia nuestro itinerario nos condujo al Colláu Pandacéu, y bordeando el Cantu Beleuteru, al Colláu Serayón, donde doblamos hacia el este bordeando por la base la sierra o crestón calizo de la Peña Tameces. Hay que decir que contamos con un día espectacular y caluroso, y que las vistas de todo este tramo hacia el norte son espectaculares: de fondo el mar y la Sierra del Sueve, más próximos los Montes de Sevares y los valles del Color y el Tendi; buenas vistas también hacia occidente, a la Sierra d'Aves con el Picu les Vízcares presidiendo la crestería...
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Vistas hacia el Sueve desde las faldas de Tameces. |
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Rebecos en Sotameces. |
Nuestro camino después dobló hacia el sur, superando tras unos tornos la crestería y alcanzando el ámbito de Sotameces, donde dejamos atrás el bosque y avanzamos por pradería. Aquí espantamos a un rebaño de rebecos, que pacían entre las yeguadas. Después nos dirigimos por Sotameces hacia el este nuevamente y siempre en ascenso, hasta ganar un horcado que nos permite sortear la sierra que cierra las praderías por el sur. Damos vista aquí a un panorama espectacular: Picos, todo Ponga con el valle de Semeldón a nuestros pies, Casu, Sierra d'Aves... todo un regalín para la mirada. Nuestro camino prosiguió en dirección al cercano Picu Cunio, aunque nos quedamos en el collado homónimo y no hicimos cumbre.
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Peña Tameces, detrás el Nienu y su sierra, y al fondo
la costa entre Xixón y Villaviciosa. |
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Culminando nuestro ascenso, con el Cornión de telón de fondo. |
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La Llambria o Peña Taranes y a sus pies toda la salvaje garganta de Vallemoru. |
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El Cornión, el Pierzu, la Cruz de Valdoré, y el soleyeru pueblín de Carangres. |
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Vallina de la Riega l'Infiernu y cabecera del Ríu Color. |
Una vez en el Colláu Cunio tenemos a nuestros pies la pindia vallina de la Riega l'Infiernu, poblada de denso hayedo. Al fondo del valle, dimos vista ya a los crestones calizos en los que se encaja la foz. Así pues descendimos por el valle, en el que espantamos algún venado despistado. El fondo del valle es una zona muy karstificada, con varias cuevas y sumideros que tragan el caudal de las riegas afluentes; la verdad es que tiene muy buena pinta, pero íbamos a setas, no a rolex...
Finalmente llegamos al punto donde se inician las primeras dificultades en el cauce. Desde el coche nos llevó 2 horas y cuarto a buen ritmo, con algo más de 500 m. de desnivel positivo acumulado.
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La Puerte l'Infiernu. |
Comimos en la cabecera del primer resalte relevante, con el cauce presidido por un majestuoso texu a la izquierda y una fantástica faya a la derecha; el lugar quedó bautizado como 'la puerta l'Infiernu'. De reseñar la gran cantidad de texos en todos estos bosques que recorrimos, lo mismo que en la propia foz.
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El R1 y una de las surgencias que aportan el caudal. |
Tras comer nos pertrechamos, y después de dos resaltes llegamos al primer rápel. Hay una pequeña surgencia en cabecera, y en la propia pared otras varias, y a partir de aquí el agua ya no nos abandona. Poco después el modesto R2, formado por un bloque obstruyendo el cauce. Después un tramo sin interés de 100 m. al fondo del cual una alambrada cierra el paso del ganado a la foz. Encontramos a esta altura la cadarma completa de un venado, y un servidor no se pudo resistir a llevarse la testud con la cornamenta. No diré nada de la guerra que dio, con el cráneo dentro de la saca y las cuernas asomando por fuera: Julio conserva los dos güeyos de milagro.
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El R4, y numerosos troncos en el cauce. |
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El R5 formado por un bloque encajado en el cauce. |
Traspasada la alambrada tenemos un par de resaltes de destrepe delicado y dos rápeles modestos a continuación. Un pasillo encajado, un canalizo, y tras un giro del cauce en planta comenzamos el tramo más vertical del cañón. Comienza con una sucesión de resaltes y toboganes con marmitas intercaladas. He de comentar que en este punto por poco somos atropellados -especialmente yo- por dos rebecos a la carrera barranco abajo, que se asustaron tanto como nosotros con el encuentro y que desaparecieron por las paredes de la vertiente contraria. Los resaltes y toboganes nos conducen al R6, donde la foz se encaja, y de inmediato al R7, una cascada muy estética. A continuación el R8, que es el único que nos obligó a meter anclajes artificiales, y que encadena dos resaltes.
La foz se abre un poco y nos depara una rampa resbaladiza con dos resaltes de 3 m. Nosotros destrepamos a las bravas, pero sería aconsejable montar rápel. De inmediato el R9, el último y más alto (20 m.). Y tras este rápel una escalera de toboganes con marmita que conducen a un resalte de 6 m., que debería haber sido el último rápel, pero que nosotros evitamos por la derecha, ya que se nos hacía tarde y el cauce ya permitía los escaqueos.
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Tramo de toboganes y marmitas. |
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Cabecera del R6. |
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El R7, una de las cascadas más bonitas. |
En este punto se abre la foz y la riega da un giro en planta, discurriendo ya por bosque más o menos abierto en busca de las aguas del río Color. Este tramo abierto por bosque debe presentar alguna otra cascada, pero ya no nos daba tiempo para continuar. En otra ocasión será. El descenso nos llevó dos horas y media, y todos los rápeles se hicieron a naturales menos uno, a un único espit. Sólo dejamos cordino y maillón en dos de los naturales, que se realizaron sobre raíces de árboles y en los que preveíamos problemas de recuperación; el resto directamente a árboles.
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Asturies salvaje. |
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El R8 y enorme troco atascado. |
Estábamos contentos y satisfechos con la actividad, pero no hubo tiempo para muchas felicitaciones, ya que aún nos esperaba un largo camino de retorno y la noche ya se nos echaba encima. El camino de regreso atraviesa un par de riegas por terreno boscoso y en el que es difícil tomar referencias, y siempre en continuo ascenso. Es posible salir a ganar el Colláu Pandacéu o el Serayón, según qué riega remontemos. Nosotros elegimos la primera opción, y llegamos al collado ya de noche tapecíu, tirando de las frontales y esquivando a un mastín ladrador. Tengo que comentar que las duras horas de actividad (junto a una semana convaleciente y a base de antibióticos) me pasaron factura y que costó sudores y muchas paradas llegar al collado. Llegamos al coche hora y media después de haber finalizado el barranco, tras habernos comido otros 350 m. de desnivel acumulado positivo. Estábamos rendidos, pero realmente muy satisfechos con la actividad realizada, un barranco en completo terreno de aventura que recordaremos por largo tiempo.
Para quien quiera repetirlo comentar que hay otro acceso posible, desde Sotameces hacia el oeste, bajando por una pindia canal hacia el cauce. Entraríamos al barranco en la base del R1, y aunque nos ahorraríamos caminata nos perderíamos la parte más vistosa de la aproximación. Nosotros no hemos bajado -obviamente- pero la canal parece practicable, aunque vestida de maleza.
¡Saludos soterraños!