Algunas observaciones realizadas el otro día en la Cueva’l Mazu me han hecho reflexionar un poco sobre la posible génesis y evolución de este karst, y también sobre cómo deberíamos orientar los trabajos en la zona de Peñe Villa y Llabres. Los que me conocéis bien sabéis que me gusta la labor geológico-detectivesca. Así pues, ahí van mis elucubraciones:
- Mencionaré en primer lugar la gran acumulación de sedimentos alóctonos (cantos rodados de cuarcita, y arenas procedentes de su erosión) en los niveles inferiores activos de la cueva y en la gran galería intermedia. La presencia de estos sedimentos es una prueba evidente de que parte importante de la recarga del sistema subterráneo es de tipo alóctono, recibiendo aguas procedentes de la circulación superficial sobre las cuarcitas impermeables del área del Altu la Tornería. Por otra parte, y dado el tamaño de algunos cantos de cuarcita vistos en la cueva, podemos concluir que, al menos en el pasado, los sumideros por los que se infiltran(-ban) estas aguas de procedencia alóctona eran de proporciones métricas. Si además tenemos en cuenta que las cuarcitas de la vertiente sur de La Tornería vierten en la actualidad hacia la depresión de la Cueva’l Bolugu (hidrológicamente desvinculada del área que nos ocupa), parece sensato suponer que la zona de recarga alóctona del sistema del Mazu se situará en la vertiente norte de La Tornería, en la cabecera del Ríu la Bola y por debajo de la antigua cantera de arena de sílice. En este sector nos encontramos con las Cuevas d’Entrecuevas (nombre que restituímos a la que veníamos llamando “Cueva del Ríu la Bola” tras la información toponímica recogida el domingo), en las que previamente ya habíamos descubierto y explorado un curso activo. Ya en un post anterior Nacho relacionaba este río con el del Mazu, relación que ahora es aún más evidente y que debería llevarnos a revisar bien las Cuevas d’Entrecuevas y toda la ladera entre estas y el Mazu.
- En segundo lugar mencionaré las grandes acumulaciones de arcillas de procedencia autóctona (arcillas de descalcificación) en los niveles inferiores y en la galería intermedia. A todos los que hemos estado en el Mazu nos ha sorprendido la gran cantidad de arcilla; pero mucha, muchísima, llegando casi a colmatar conductos de secciones amplias. Tal cantidad de arcillas no parece corresponderse con el volumen de cavernamiento que actualmente conocemos (tendríamos que hablar de margas muy arcillosas en vez de calizas), por lo que cabe suponer la existencia de una red superior fósil que aún no hemos logrado alcanzar. Aunque bien es cierto que podría haber otras explicaciones distintas. No obstante, tanto la mencionada arcilla como la extensión y desarrollo de los lapiaces en el área del Picu los Resquilones y el Bih.orcu, nos hablan a las claras de la que la mayor parte de la recarga es de tipo autóctono, procedente de las precipitaciones caídas sobre este pequeño macizo, sin menoscabo de lo afirmado en el punto anterior sobre una recarga parcial alóctona.
- En tercer y último lugar me gustaría referirme a la intensa corriente de aire que se percibe en el laminador de la base del pozo que comunica con el nivel inferior. Tan intensa que de hecho también se nota en la cabecera del pozo, que es una salita relativamente amplia. Sin embargo esta corriente de aire desaparece al llegar a las zonas activas, y tampoco la recuperamos en la galería intermedia, siendo probable que se pierda por alguna de las chimeneas existentes. Si menciono ahora esta corriente de aire es para recordar que tenemos una sima explorada a cota 602 m. de altitud, la Torca’l Texu Verde, con otra fuerte corriente de aire que se pierde por un laminador estrecho a unos -60 m. de profundidad (desnivel potencial de aproximadamente 500 m.). La desobstrucción es penosa pero factible, y ahora quizá el club debería plantearse en serio el llevarla a cabo, aunque es igualmente posible que ambas cavidades no estén relacionadas. En cualquier caso deberíamos realizar una prospección seria de la zona alta Resquilones-Bih.orcu-Cabritera.
Como conclusión podemos decir que el sistema subterráneo que intuíamos bajo los Resquilones está efectivamente ahí, y que su funcionamiento hídrico es complejo, con una recarga mixta de tipo autóctono-alóctono que habrá que ir desentrañando. La otra conclusión es que nos queda mucho curro por delante. Saludos troglomórficos.
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