
Mi respuesta, como no podía ser de otro modo, fue afirmativa. Inmediatamente iniciamos los preparativos: solicitar las guías a Isla Reunión, los mapas al I.G.N. francés, estudiar la climatología y la geología de la isla, etc. Después vino quizá lo más importante, determinar el material técnico específico para una actividad de estas características: desde un principio optamos por cuerdas muy ligeras (de 8’5 mm. de diámetro) para restar peso, ya que debíamos portear en total 320 m. Decidimos llevar también material de equipación e instalación y equipos completos de ascenso por cuerda de tipo espeleología, además del equipo habitual para descender barrancos. También debíamos cargar con material de autosocorro, botiquín, sacos de dormir, trajes de neopreno, frontales, fundas de vivac, hornillo y comida, ropa, etc.. En total calculamos unos 60 kg. de material a repartir entre los dos. Más tarde vino el comprar los billetes de avión, alquilar un coche, elaborar la programación de la expedición… Y el entrenamiento, ya que fueron muchos los descensos que hemos realizado esta primavera en Los Beyos, en el Alto Ponga, en Cabrales… Una larga historia.
Cuando finalmente aterrizamos en St. Denis, capital de Reunión, habían transcurrido ocho meses de preparativos, pero por fin estábamos en la isla. El día 26 de septiembre realizamos el primer barranco, el Canyon A Dudu, un descenso difícil y técnico, con varias cascadas próximas a los 100 m. y una final de 130 m. con un rápel aéreo (esto es, alejado de la pared) de 100 m. Fueron ocho horas de actividad muy intensa en la que pudimos evaluar, a pequeña escala, lo que nos íbamos a encontrar en el Trou de Fer: las características de la equipación y los anclajes, muy bien en general, y la calidad de la roca volcánica, que en algunos casos resultó muy disgregable, con el peligro de caída de piedras que esto entraña.
Al día siguiente realizamos la marcha de aproximación hacia el Trou de Fer desde la localidad de Hell-Bourg, seis horas caminando con 600 m. de desnivel ascendente acumulado y bregando con 30 kg. de material al llombu cada uno. Llegamos al cauce del río a la hora fijada y decidimos realizar los dos primeros rápeles para dormir en una amplia repisa sobre la gran cascada de 180 m. Aquí pasamos la noche, resguardados del viento e iluminados por una luna llena de película, aunque la verdad no dormimos mucho; te asaltan las dudas en el último momento: ¿estaremos realmente preparados?
Al amanecer del día 28 calzamos nuestros neoprenos, nos pusimos los arneses y los jierros, e iniciamos el descenso de la primera gran cascada, que resultó técnica y compleja: pasamanos, fraccionamientos, y un gran rápel aéreo de 100 m. con péndulo lateral al final. Además nos castigó un sol de justicia, llegando a la base de la cascada de 180 m. deshidratados y bastante cansados. Bebimos, nos bañamos en la amplia poza y continuamos la marcha por el cauce colmatado de grandes bloques de roca hasta la segunda cascada. Aquí la cosa ya se pone seria de verdad: la cascada tiene 150 m. de altura y un volumen de agua impresionante. La línea de rápel va alejada del agua y es más larga y vertical, con sensación de mucho “patio” y con un gran rápel extraplomado de 85 m. por el que uno desciende paralelo a la gran cascada y muy alejado de la pared, arrullado por el ensordecedor bramido del agua. Superado el segundo escalón, comimos algo, nos hidratamos bien y encaramos el tramo más difícil y técnico del descenso: la gran cascada de 260 m., una enorme y hermosa cola de caballo de más de un cuarto de kilómetro de altura.
Jorge desciende el segundo largo y comienza la maniobra del gran péndulo, con la pared a 8 o 9 metros de su posición [foto 2]. Le veo lanzar las uñas (unos pequeños ganchos metálicos utilizados en escalada) contra la reunión para mí invisible; al tercer intento se anclan a una grieta de la roca; comprueba la fiabilidad del anclaje —no es cuestión de columpiarse de forma incontrolada a más de 200 m. del suelo— y comienza a recuperar cuerda con un bloqueador. Alcanza la reunión, llegó mi turno. La concentración al máximo, la cabeza fría, la pared muy lejos. Ayudado por Jorge llego a la reunión sin problema, la repisa es incluso cómoda después del péndulo. A continuación viene un rápel aéreo de 60 m. con péndulo lateral al final, donde tuve un serio problema con el descensor, llegando a la cuarta reunión en una situación un poco apurada. Tras el susto otro rápel aéreo de 100 m., donde el agua de la cascada ya empieza a salpicarnos arrastrada por el viento, y alcanzamos una ancha repisa, amplia y cómoda; el ruido es ensordecedor. Un último rápel de 50 m. desde la repisa [foto 3] y llegamos finalmente al fondo del Trou, la Badina de los Grandes Vientos, poza que hace justicia a su nombre, pues la corriente de aire que genera el impacto de la cascada contra el fondo es impresionante. Hemos concluido la primera jornada en el Trou de Fer, hemos superado los obstáculos más difíciles, hemos vencido al dragón. Nos felicitamos, nos abrazamos; y de inmediato a buscar el vivac. El estrépito de las cascadas no nos impidió dormir, estábamos exhaustos.
Durante el resto de nuestra estancia en Reunión realizamos otros tres barrancos de menor dificultad, entre ellos la Ravine Fleurs Jaunes, uno de los barrancos más hermosos que un servidor haya descendido nunca. También ascendimos las dos principales cumbres de la isla: el Piton de La Fournaise, de 2.632 m. y uno de los volcanes más activos del planeta, y el Piton des Neiges, que con sus 3.071 m. de altitud se constituye en el techo de la isla y de todo el Océano Índico. Sin embargo el recuerdo de este viaje que sin duda será indeleble es el de la tercera cascada del Trou de Fer.
170 comentarios:
Leer estas lineas, es una gozada. Al imaginar las sensaciones q pudisteis experimentar en tan grandioso lugar, me conmueve. El afan d supervivencia es intenso; agudizando vuestra audacia q, con experiencia y valentia, os hicieron crecer y superar el Trou de Fer. Mi mas sincera ENHORABUENA!!
Espectacular relato...
Cualquiera que haya hecho algún barranco sentirá que está descendiendo por esa cascada e intentando enganchar la uña a una grieta.
Cuando tenga los conocimientos suficientes me voy a Reunión!!!
¡ Espectacular Isla Reunión ! la cuna del barranquismo, saltaderos de gran alturalos hay también en Tenerife, como La Monja1 y 2 , Roque Largo, Talavera etc. Aquí tembién disfrutamos de éste deporte a tope .
Un saludo
CLUB DE MONTAÑA MAJAN
www.clubmajan.es .
Gran Isla dónde pasé grandes momentos! Mitad Asturiano mitad Reunionés. Incríble.
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