En las últimas semanas hemos realizado un par de salidas al Mazu, que han permitido rebasar los 4 km de desarrollo topografiado.
Por fin.
Sólo es una cifra más; otro número. Pero de esos que cierran un ciclo. De esos que otorgan un balón de oxígeno a la moral del grupo de exploración, bastante quemadillo ya con el Mazu... En fin, paso a reseñar brevemente lo realizado en estas dos salidas.
25 de enero:
Nos juntamos en esta ocasión Carla, Gonzalo, y quien esto escribe, Pablo. No coincidíamos desde la primavera en la Torca del León. No quedamos temprano, y los sucesivos y habituales retrasos del "horario Escar" hicieron que hasta las 12:30 h no nos plantáramos en la boca de la cueva. Realizamos el recorrido habitual hasta alcanzar el río y después el remonte por el cauce. Esta vez el caudal es el normal, y con botas de caña alta y un poco de habilidad se evita bien el agua. Seguimos por el nivel más profundo de la cueva hasta el final de L'Enanche; allí habíamos terminado Carla y el menda en la última jornada, y por allí empezaríamos hoy. Estamos a poco más de 300 m de la boca, y nos ha llevado una hora llegar hasta aquí.
Primero evaluamos las posibilidades de una chimenea y unas rampas en el tramo final de L'Enanche, y después remontamos por otra chimenea menos evidente que sube hasta la pequeña Sala'l Gritu, chimenea que habíamos explorado y equipado desde arriba en la última salida, y que hoy desequipamos. En la Sala'l Gritu tenemos varias incógnitas: hay un meandrito que no da nada; y una colada por dónde baja un regato de agua, pero que hacia arriba cierra. La tercera incógnita, otro meandrito barroso situado más alto, sí tira. Va delante Carla equipando, y los otros detrás topografiando.
Finalmente el meandrito, a través de un pozo-rampa barroso, comunica con el final de L'Enanche; de hecho se trata de una de las rampas que habíamos estado evaluando desde abajo unas horas antes. Salimos desequipando hasta un ramal ascendente que tira -aunque requerirá escalada- y está ventilado. Gonza tiene ganas de meterle mano a la escalada, pero vamos pelados de cuerda y además es un material que vamos a necesitar para terminar con el Patatal Total; hay que ir haciendo encaje de bolillos en este laberinto vertical en el que ahora mismo tenemos ya demasiadas vías instaladas. En fin, que regresamos sin meterle mano a la chimenea, aunque el tramo desde aquí hasta la Sala'l Gritu lo dejamos con los pasamanos. Salimos remontando hacia L'Embudu, corrigiendo de paso el fraccionamiento del pocete de acceso a la Sala'l Gritu y recuperando una cuerda que había quedado allí en la última ocasión. En la salita en la base del P16 de L'Embudu paramos a comer algo, y un servidor asomó la cabeza a una incógnita que teníamos marcada en este lugar: una rampa ascendente y barrosa que hacia arriba estrechaba. Para mi sorpresa el estrechamiento no es para tanto, y a los pocos metros comunica con una pequeña sala que progresa en ascenso arrampado; la bautizaríamos Sala Crinoidea por los fósiles presentes en los bloques al inicio de la misma.
A ver cómo cojones me apaño para comer el pincho. |
Exploramos y topografiamos lo más evidente de esta sala, que en principio cierra, antes de decidir emprender el regreso. Hicimos un somero inventario de material en el lugar donde comimos, y allí quedó enzulado la mayor parte del mismo para la próxima visita. Después nos encaminamos hacia afuera. Un servidor perdería la pedaleta (a aquellas alturas una masa informe de barro) en el pasamanos del P9 para bajar al río; la cagada, primera parte. En el río lavamos lo que podemos, y pa' fuera.
La cagada, segunda parte, vino en el fraccionamiento del pozo para salir. En este fraccionamiento son habituales, siempre a la salida, los problemas de los compañeros con menos experiencia, e incluso, como en esta ocasión, de alguno más experimentado. Problemas, pifias, y cagadas soberanas. Son temas sobre los que en este blog suelo guardar un silencio piadoso. Pero en esta ocasión, siendo yo el protagonista, subiendo por cuerda con pantin pero sin pedaleta, también guardaré silencio. Diré tan sólo que para solucionar la papeleta tuve que cortar las cintas del bloqueador de pie (el de Gonza, que yo no llevaba; tampoco navaja, me la tuvieron que pasar atada al cabo de la cuerda), y correré un [es]tupido velo sobre el resto del asunto.
Ya en el coche, y sin mayores incidencias, nos cambiamos y cada mochuelo a su nido; no paramos ni a tomar una birra en Porrúa, que llevábamos barro hasta en las pestañas. Con lo topografiado en esta jornada el desarrollo se quedó en 3960 m.
3 de febrero:
En esta ocasión los protagonistas de la jornada fuimos el Maky, que no conocía la cueva, y el menda, que aunque parezca mentira aún sigo engañando a compañeros -¡a estas alturas!- para venir a conocer este agujero inmundo. Como de costumbre no llegamos a la boca hasta las 12 del mediodía. Primeros de febrero y 25º C a la sombra; y hay quien niega el cambio climático. El Maky va hasta la cueva a pecho descubierto, y yo renegando del mono interior; el de cordura va en la saca, ponérselo era ya suicidio.
Hace tanto calor que al llegar a la boca tenemos la sensación de que esta expulsa aire, en vez de tragarlo (que sería lo lógico en estas fechas). Más tarde, en la gatera de la Bufona, tuvimos ocasión de comprobarlo: se ha invertido la dirección de la corriente de aire que recorre la cueva, a lo que seguramente ha contribuido también -más allá de la subida de las temperaturas- el aumento de la presión atmosférica con la entrada de un anticiclón la noche precedente. Horas después, al salir de la cueva, ya no había corriente de aire en la Bufona, ni en un sentido ni en otro...
Hace tanto calor que al llegar a la boca tenemos la sensación de que esta expulsa aire, en vez de tragarlo (que sería lo lógico en estas fechas). Más tarde, en la gatera de la Bufona, tuvimos ocasión de comprobarlo: se ha invertido la dirección de la corriente de aire que recorre la cueva, a lo que seguramente ha contribuido también -más allá de la subida de las temperaturas- el aumento de la presión atmosférica con la entrada de un anticiclón la noche precedente. Horas después, al salir de la cueva, ya no había corriente de aire en la Bufona, ni en un sentido ni en otro...
En la boca del Mazu, pertrechándonos. |
Tras equiparnos en la boca comienza la gymkana habitual: galerías fósiles hasta el pozo, rampas de barro hasta el río, y remonte por el río hasta comenzar a remontar por cuerda, en esta ocasión por la vía de L'Embudu. Subimos el P9 y topografiamos un ramalillo que comunica con la base del P3 debajo de L'Embudu. Remontamos también esta vertical y nos plantamos en la salita en la base del P16, donde tenemos varias incógnitas.
La primera que miramos es una rampa descendente, que progresa unos metros hasta hacerse impenetrable. Después nos desplazamos hasta donde habíamos dejado el material en la última salida y, tras pertrecharnos con cuerdas y chapas, subimos a completar el trabajo en la inmediata Sala Crinoidea donde también teníamos varias incógnitas: una chimenea que se volvió impenetrable de inmediato; un ramal descendente que progresa una veintena de metros, pero que también cierra; y, por último, una trepada que da a una especie de meandrito superior de escaso desarrollo.
Remontando cuerda por la vía de L'Embudu. |
La primera que miramos es una rampa descendente, que progresa unos metros hasta hacerse impenetrable. Después nos desplazamos hasta donde habíamos dejado el material en la última salida y, tras pertrecharnos con cuerdas y chapas, subimos a completar el trabajo en la inmediata Sala Crinoidea donde también teníamos varias incógnitas: una chimenea que se volvió impenetrable de inmediato; un ramal descendente que progresa una veintena de metros, pero que también cierra; y, por último, una trepada que da a una especie de meandrito superior de escaso desarrollo.
Explorando los recovecos de la Sala Crinoidea. |
Finiquitada la labor en la Sala Crinoidea regresamos a la sala bajo el P16 de L'Embudu donde nos quedaba trepar un resalte hasta una especie de ventana. Tenía buena pinta, pero no dio nada. Ya sólo nos quedaba una especie de sumidero en un rincón de esta sala para concluir la faena también aquí. Tiro unas piedras pero no ruedan más que un par de metros. Sin embargo el Maky insiste el meter el focicu, y al final se acaba colando todo él por el furacu; le oigo fozar y gruñir del otro lado y al poco regresa. Hay un meandro con mucho barro tras la estrechez; tira pero será necesario equiparlo con cuerda. Así que para allá vamos con taladro y cuerda. Voy yo equipando; el meandro se desfonda en embudos estrechos de barro y todas las paredes están igualmente recubiertas de barro, lo que me hace sudar la gota gorda progresando en una oposición inestable. Después lo bautizaríamos el Meandru l'Untu. Instalo hasta que el meandro se convierte en un pozo ya insalvable progresando en oposición, aunque el meandro continúa del otro lado. El pozo es relativamente amplio, pero no me queda cuerda suficiente. El Maky, que ya está a mitad de meandro, tiene que regresar a por más cuerda mientras voy montando una cabecera en Y. El pozo tendrá unos 10 m, veo el fondo, pero hacia arriba la chimenea se prolongará otros 15 m o más. Regresa el Maky con la cuerda, y una vez descendido el pozo resulta depositarnos en L'Enanche: hemos descendido por la única incógnita que quedaba en ese tramo. Vaya puñetero laberinto.
Decidimos que era hora de emprender el regreso, pero preferimos hacerlo por el río aunque ello supusiera tener que remontar parte de la vía de L'Embudu para recuperar una saca. Al final subiría sólo Maky mientras yo trataba de corregir, por enésima vez, el paso del nudo del P9. En fin, poco más que contar: salimos de la cueva recorriendo la gymkana habitual, esta vez en sentido inverso.
Eso sí, con lo topografiado en esta ocasión el desarrollo de la Cueva'l Mazu ya supera los 4 km; en concreto 4025 m, manteniendo el desnivel en -55 m, lo que obligaba a la foto de rigor:
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