Hace mucho que no actualizamos el blog, más de medio año, y ya entonces la crónica que narrábamos no era reciente, sino que concluía al final de la primavera de 2022 cuando, en una jornada bastante acuática, alcanzábamos los 5 km de topo en el Sistema Ḥoulagua-Las Matas. No obstante, la actividad en el club no ha cesado, como pudiera deducirse de la ausencia de publicaciones en este blog.
En esta y sucesivas entradas nos proponemos subsanar este silencio y detallar las exploraciones realizadas por el Escar desde el punto donde lo dejamos en esa última entrada. Como de costumbre, sólo reseñaremos las actividades de exploración y topografía, sin hacer referencia a otras salidas de espeleo realizadas con otros objetivos, de tipo formativo o deportivo.
Concretamente en este post nos referiremos a los trabajos desarrollados en el verano de 2022 en el karst de La Llera. Fueron pocas las salidas realizadas en ese tiempo, pero con resultados importantes, por lo que las narraremos con cierto detalle. Vamos a ello.
20 de julio:
Un mes después de la última salida a Ḥoulagua, Clara y Pablo regresamos a la misma cavidad e igualmente pertrechados con neoprenos, sacas de barrancos y bidones estancos (o no tan estancos, como se verá), y con unos objetivos aún más ambiciosos, ya que nos planteábamos atacar el extremo aguas abajo de la cueva. Entramos por la LL-11 como espeleos de secano. Ya que habíamos retirado las cuerdas del Segundo Balcón en salidas previas, pretendíamos bajar al río por el Pasaje Adaya. Así que en el acceso a este pasaje nos pusimos los neoprenos y debatimos cómo abordar la jornada; al final decidimos irnos directos a la punta aguas abajo. Dicho y hecho, todo el río por lo estrecho del Pasaje Adaya y después por la galería amplia del tramo final de río (aprovechamos para cerrar una poligonal que faltaba y mirar alguna incógnita). Hay que mencionar que el nivel del río estaba especialmente bajo; nunca antes lo habíamos visto con tan poco caudal. Tras llegar a los sifones del final de este tramo de río continuamos por el laminador que exploramos el día que hicimos la travesía con Carmen y Gonza. Y por fin llegamos a la punta de topo y al ramal que sólo Julio había mirado. Sacamos los aperos de topo, y manos a la obra.
A través de una estrechez descendente se alcanza una pequeña sala, en cuyo extremo inferior un breve conducto lleva a lo que veníamos considerando el sifón final de la cueva. Confiábamos en que en pleno estiaje el sifón se hubiera convertido en duck, y la intensa corriente de aire pronosticaba que íbamos a tener buena suerte, como en efecto sucedió. Aguas arriba sifonaba de inmediato, pero aguas abajo el conducto, de pequeñas dimensiones, permitía el paso con la cabeza fuera del agua. A los pocos metros el pasaje sifona de nuevo, pero por la izquierda una gatera ascendente permitió, tras retirar rápidamente algunas pellas de arcilla, pasar a una sala relativamente amplia, de techo bajo e inundada en su mayor parte, de cuyo extremo contrario comprobamos que arrancaba una galería, más o menos amplia, por la que circula el Calabres.
Emocionados con el descubrimiento, ya que de esta parte de la cueva no existían referencias previas, continuamos explorando y topografiando río abajo. Al principio la galería presenta algún estrechamiento y alguna badina profunda, también alguna chimenea, y después progresa por un centenar de metros con una configuración homogénea y de dimensiones cómodas. Como curiosidad, cabe mencionar que vimos algunas anguilas en esta galería. La galería finalizó en otra badina profunda, continuando como sifón bajo el nivel de las aguas.
Por encima de este sifón existe un divertículo en la galería, una especie de terraza ascendente con suelo de colada, que presenta una estrechez en su extremo, a través de la cual apreciamos continuidad. Decidimos dejar aquí los bártulos y continuar con la exploración más ligeros. Superada la estrechez sobre la colada alcanzamos una nueva galería en un sector algo más caótico de la cueva. El río circula en un cauce subexcavado, unos metros por debajo del piso principal de la galería, que pronto se bifurca. Siguiendo a la derecha, siempre por lo más evidente, alcanzamos una amplia galería seca ascendente adornada por algunas columnas de buen fuste y que bautizamos como "el Partenón". Tras un resalte ascendente la galería prosigue y vuelve a descender hasta otra sala amplia, con una rampa de nuevo en ascenso; continuaba pero más estrecho, y había cosas más interesantes, así que lo dejamos aquí. Volvimos atrás y por debajo del resalte mencionado encontramos otro pasaje que conectó con una sala amplia cuyo fondo está ocupado por una laguna profunda. Esta sala también presenta varias posibilidades y revisando el extremo por donde parecía escaparse el caudal del Calabres nos llevamos la gran sorpresa —y la gran alegría— de la jornada: allí estaba anclado un hilo-guía que se hundía en las aguas del sifón aguas abajo, y que no podía ser otro que el hilo-guía del segundo sifón de la Cueva'l Molín, resurgencia final del río Calabres. ¡Habíamos logrado unir Ḥoulagua con la Cueva'l Molín! Fue un momento emocionante, que materializaba los anhelos de las varias generaciones de espeleólogos que exploraron en esta red. De esta sala parte aguas arriba otro conducto inferior activo con varios ramales, que conecta con zonas visitadas previamente. Con la emoción en el cuerpo, y el hambre en los estómagos, regresamos a donde teníamos las sacas.
Ahí fue cuando llegó la mala noticia del día: mi bidón estanco era ahora bidón estanque, y el móvil había muerto (y no resucitó; es por ello que no hay fotos para ilustrar la crónica de esta jornada). Por no extenderme mucho más: después de picar algo topografiamos los ejes principales de lo explorado, antes de emprender el largo regreso. Dejábamos atrás muchos descubrimientos y también muchas nuevas incógnitas para próximas salidas. Tan entusiasmados estábamos que pasamos los datos de topo al ordenador antes de despedirnos. Una jornada de espeleo de las buenas, sin duda. Una conexión buscada largos años y por fin lograda; 340 m de poligonal nueva (más lo previamente topografiado en la Cueva'l Molín) y una quinta boca a la red, el ahora Sistema Ḥoulagua-Matas-Molín.
Ahí fue cuando llegó la mala noticia del día: mi bidón estanco era ahora bidón estanque, y el móvil había muerto (y no resucitó; es por ello que no hay fotos para ilustrar la crónica de esta jornada). Por no extenderme mucho más: después de picar algo topografiamos los ejes principales de lo explorado, antes de emprender el largo regreso. Dejábamos atrás muchos descubrimientos y también muchas nuevas incógnitas para próximas salidas. Tan entusiasmados estábamos que pasamos los datos de topo al ordenador antes de despedirnos. Una jornada de espeleo de las buenas, sin duda. Una conexión buscada largos años y por fin lograda; 340 m de poligonal nueva (más lo previamente topografiado en la Cueva'l Molín) y una quinta boca a la red, el ahora Sistema Ḥoulagua-Matas-Molín.
2 de agosto:
De nuevo, aprovechando que el caudal del río Calabres seguía en mínimos, preparamos toda la logística necesaria para recorrerlo aguas abajo y llegar a la galería y al lago descubierto en la salida anterior donde, como ya comentamos, encontramos el hilo-guía que los buceadores habían dejado en la década de los 90 entrando desde la Cueva'l Molín. Esta vez nos juntaríamos Carmen, Pablo y Clara, y con una cita especial, ya que el plan incluía encontrarnos a eso de las 14:00 h con dos compañeros del G.E. Gorfolí, Teca y Berto, que llegarían buceando procedentes de la Cueva'l Molín.
Los del Escar entramos por la LL-11. Bajo el Segundo Balcón alcanzamos el Calabres, y allí nos pusimos los neoprenos, comimos algo, y optamos por continuar lo más ligero posible, con sólo una saca. Recorrimos esa parte del río aguas abajo sin dificultad y llegamos al punto de encuentro unos minutos antes de que aparecieran los intrépidos buceadores. Como buenos anfitriones les mostramos esa galería y la continuación del río por donde habíamos llegado nosotros. No se animaron a bucear posibles alternativas del río, a pesar de las casi límpidas aguas que corrían entonces.
Después de despedir a los buceadores, los escariegos fuimos a explorar una de tantas incógnitas disponibles. De nuevo, La Llera no nos defraudó. Nos encontramos una larga galería en sentido oeste, es decir, en dirección contraria a la que traíamos, paralela al río pero a un nivel superior. Recorrimos la galería que, en general, asciende suavemente hasta su final más obvio, dejando muchos ramales que atender, algunos descendentes y bastantes chimeneas y ventanas. Topografiamos el eje principal, unos 150 m, e iniciamos el regreso hacia la LL-11, que ya es un recorrido considerable. Coincidíamos en que sería muy deseable poder acceder a esta zona con los monos de secano, pero en este primer vistazo no pudimos descubrir (aún) ni conexión con el río previo al sifón temporal, ni con otra boca que nos condujese al exterior. Como es habitual, explorar una incógnita vuelve a abrirnos otras tantas. ¡Una gozada de día!
12 de agosto:
Diez días después los compañeros del Grupu d'Espeleoloxía Gorfolí regresaron a la Cueva'l Molín para levantar una nueva topografía del tramo entre sifones. Fue precisamente el club Gorfolí quien, en colaboración con el británico Cave Diving Group, había explorado inicialmente la cavidad en 1994.
16 de agosto:
Alentados por los descubrimientos de las últimas jornadas, y aún con un severo estiaje en los ríos de la zona, planeamos una nueva salida a Ḥoulagua. En principio los mismos, Clara, Carmen y Pablo. Aunque Carmen curraba por la mañana, y entraría a cavidad más tarde. Eso complicaba la logística, y aunque había ganas de volver a las galerías finales de la red, decidimos finalmente cambiar de planes y atacar la Galería Pilar, una galería activa que figuraba en las topografías previas de la cavidad (tanto la de los Glayos como la del CADE) pero que los del Escar aún no habíamos visitado. Conocíamos, eso sí, su acceso: un pequeño pocete próximo a la boca de Ḥoulagua. Y sabíamos que contaba con curso activo, así que por si las moscas junto con el equipo de vertical nos echamos los neoprenos a la saca. En un primer "turno" Clara y Pablo instalamos el pozo de acceso (que a la postre se podría haber destrepado, pero quedó mejor así) y realizamos un primer reconocimiento del sector. Tras superar el pocete de acceso, una estrecha gatera descendente y una pequeña sala, se conecta con una modesta galería que progresa tanto al norte como al sur. Al norte está concreccionada y cierra tras unas decenas de metros, trecho que topografiamos. Al sur, tras superar una serie de gateras, se alcanza una galería más amplia por la que circula un río, la Galería Pilar propiamente dicha. Tiene corto recorrido. Aguas abajo concluye en un sifón. Aguas arriba comunica con una sala inundada, en la que el agua mana de otro sifón. Observamos alguna posibilidad de progresión, pero ninguna cómoda: estrecheces con barro, chimeneas... Como habíamos quedado con Carmen, dejamos los bártulos y deshicimos el camino, saliendo por el túnel del Calabres. Una vez reunidos los tres, comimos algo rápido, y volvimos a entrar a la cueva.
En el segundo "turno" topografiamos lo que había quedado pendiente por la mañana, y además se abordaron algunas de las incógnitas. Primeramente unas chimeneas arcillosas sobre el sifón aguas abajo, que no condujeron a ninguna parte. Después Carmen se curró una trepada, también arcillosa, para ganar una ventana sobre el sifón aguas arriba. Ganada la ventana, nos encontramos en una sala superior con un par de gateras sin continuidad, y con un pozo de unos 5 m (lo trepado anteriormente) cuya base inundada supone el otro lado del sifón. No llegamos a bajar el pozo; se hacía tarde, íbamos ya cortos de material y habíamos dejado atrás los neoprenos, que finalmente no habíamos empleado. Pero la sensación era que la cueva continuaba a través de un meandro inundado. Es difícil aseverarlo, pues el meandro daba un quiebro en su inicio, pero habrá que volver a comprobarlo; en cualquier caso este by-pass al sifón a través de la ventana no aparece representado en anteriores topografías, lo cual nos da esperanza de que ofrezca continuidad. Sea como fuere, otra buena jornada de espeleo. Con lo topografiado en estas últimas salidas el Sistema Ḥoulagua-Matas-Molín roza los 6 km de desarrollo.
Mencionaremos de pasada que aunque en descripciones previas se identifica el activo de la Galería Pilar con el río Calabres, diversos indicios nos llevan a pensar que en realidad se trata de un afluente y no del propio Calabres; el tiempo y las nuevas exploraciones lo dirán.
1 de septiembre:
Una vez más nos juntamos Clara, Carmen y Pablo con intención de pegarle otro ataque a La Llera. Carmen también curraba por la mañana, pero esta vez decidimos comenzar la actividad después de comer, empezando los tres juntos, y prolongarla más allá de la hora habitual. El planteamiento inicial era volver a las galerías finales de Ḥoulagua, pues aunque había llovido algo en los últimos días no parecía que se hubiesen incrementado los caudales en los ríos; no queríamos posponerlo, pues una vez que empezasen las lluvias del otoño el paso a esas galerías se sifonaría, seguramente hasta el próximo verano. Sin embargo, a última hora un fallo en la carga del disto, junto a la previsión de precipitaciones, nos decidieron a cambiar de planes, por lo que finalmente realizaríamos una actividad distinta de lo inicialmente planeado.
En primer lugar nos encaminamos a la Cueva de Ḥousanchi, una de las pocas cavidades relevantes de La Llera que aún no conocíamos (aunque teníamos numerosas referencias sobre ella). Revisamos los diferentes pasajes hasta llegar al imponente derrumbe producido durante la excavación del túnel del Calabres. Aunque no llevábamos equipo de vertical, montamos cuerda a un natural y, no sin dificultad, bajamos hasta el techo encofrado del túnel. Revisamos someramente también la LL-51, igualmente conectada con el gran derrumbe.
Tras esto emprendimos el regreso, y después, a través del túnel nos acercamos a la LL-20, otra de las cuevas relevantes que aún no conocíamos en este sector. La revisamos completamente, encontrando algún pasaje no previamente indicado, y localizamos la estrechez por donde hipotéticamente podría conectarse con Ḥousanchi; no parece una desobstrucción difícil de llevar a cabo.
Tras Ḥousanchi y la LL-20 continuamos por el túnel hasta alcanzar las galerías de Ḥoulagua y salir al exterior por su boca. Como comentamos más arriba, en la última salida habíamos revisado la Galería Pilar, que se dirige al sur, y sabíamos que no lejos al sur existía otra cavidad, la Cueva la Boriza, que no conocíamos y que nos propusimos encontrar. Tras un rato de prospección localizamos la cueva, cuyos ejes principales exploramos someramente. Sabíamos que la cavidad contaba con otras dos bocas de menor tamaño, pero no localizamos el paso de conexión hacia esos otros accesos. En todo caso se trata de una cueva fosilizada y situada en una cota relativamente alta, lo que hace improbable la conexión con la Galería Pilar de Ḥoulagua.
Tras esto emprendimos el regreso definitivo hacia los coches, dando por finalizada una entretenida jornada. Mencionar que el nivel del agua en el sifón inicial de Ḥoulagua estaba especialmente alto; quizás, a pesar de las ganas, fue un acierto no encaminarnos a las galerías acuáticas del final.
Y con esto concluimos la crónica de las salidas de exploración realizadas en el verano de 2022. Pocas, pero fructíferas.
Tras esto emprendimos el regreso definitivo hacia los coches, dando por finalizada una entretenida jornada. Mencionar que el nivel del agua en el sifón inicial de Ḥoulagua estaba especialmente alto; quizás, a pesar de las ganas, fue un acierto no encaminarnos a las galerías acuáticas del final.
Y con esto concluimos la crónica de las salidas de exploración realizadas en el verano de 2022. Pocas, pero fructíferas.
Crónicas y fotos de Pablo Solares y Clara Zazo. El dibujo imaginando posibles, y probables, conexiones es de Clara.
En próximas publicaciones, más. Prometido.
¡Saludos soterraños!
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